Itinéraire d'un musicien cosmopolite au XXe siècle
Publicado por Editions Aedam Musicae, enero de 2013, por Cédric Segond Genovesi, con la colaboración de Marianne Tansman Martinozzi & Mireille Tansman Zanuttini
Durante más de medio siglo, el éxito de las numerosas colecciones de música “para niños” de Alexandre Tansman (1897-1986) no ha disminuido: en efecto, son muy pocos los pianistas que no han practicado nunca sus dedos en una página de Pour les enfants, Jeunes au piano o Happy Time. Sin embargo, este éxito editorial no es más que la punta del iceberg. Más allá de estas notables miniaturas, Tansman fue ante todo el autor de una obra tan abundante como profunda, tan densa como diversa: de los ocho Cuartetos de cuerda a las nueve Sinfonías, de los grandes ciclos de obras para piano (Mazurcas, Intermezzi, Baladas, Sonatas) a los Conciertos, sin olvidar unas siete óperas y once ballets: Fue sin duda uno de los “grandes pianistas-compositores del periodo de entreguerras, como Prokofiev, Rachmaninov, Poulenc, Shostakovich y, en menor medida, Bartók y Ravel” (Jean-Pierre Armengaud).
Si la obra de Alexandre Tansman ofrece sorpresas felices, la vida del músico, salpicada por los grandes acontecimientos de la historia moderna, también merece ser mejor conocida, tan rica en experiencias y poblada de personajes entrañables, célebres o no. En Regards en arrière, un texto escrito entre 1954 y 1958, el compositor repasa sus años de formación en Polonia (en Lodz y luego en Varsovia), su florecimiento artístico y profesional en el París de los locos años veinte (junto a Ravel, el Grupo de los Seis, Gershwin y tantos otros), sus primeras giras americanas (1927-1928) y su vuelta al mundo de 1932-1933 (Estados Unidos y Hawai, Japón, China, las Indias británicas y neerlandesas, Egipto y las Baleares), así como su exilio americano durante la Segunda Guerra Mundial (se instaló en Hollywood, donde conoció a diario a Stravinsky y trabajó -sin demasiado entusiasmo- para el cine) y su regreso a la Europa de posguerra.
Salpicadas de anécdotas y retratos a veces conmovedores, a veces cáusticos, de digresiones sobre estética musical y de páginas más íntimas, las memorias de Alexandre Tansman (completadas por un diario personal de 1955-1958 y una selección de cartas) ofrecen una visión sin restricciones entre bastidores de la profesión de compositor, pero sobre todo del mundo musical y artístico del primer siglo XX.
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