Por Bruno Fraitag
Nació en París el 12 de noviembre de 1836, Samuel David fue aceptado muy joven en el conservatorio de música, donde obtuvo a la edad de 13 años un primer precio de solfeo (1850) pues de armonía y de acompañamiento (1854). Alumno de Halévy (contrapunto, fuga, composición), obtuvo un primer precio de fuga en 1855, antes de ganar el primer precio de Roma tres años después. Interno de la Villa Médici en Roma entre 1859 y 1860, se vuelve en París el año siguiente.
Mientras tanto, se vuelve jefe de canto en 1856 al Théâtre-Lyrique, y en la misma época, sucede hacer tocar al Théâtre des Folies-Nouvelles, una opereta en un acto de su composición, intitulado La peau de l’ours (la Piel del oso). Samuel David no paró componer durante su vida. Es el autor de 4 sinfonías y de numerosas obras vocales, pero es sobre todo la música de escena que le atraía. También le debemos así diversas operetas, óperas, o ópera cómica, cuya la mayoría han quedado en el estado de manuscrito nunca tocadas. Sola la opera cómica Mademoiselle Sylvia (Señorita Sylvia) fue representada, el 17 de abril de 1868. A pesar de una buena acogida del publico, nunca fue tocada de nuevo.
Maestro, Samuel David es el autor de la obra intitulada L’art de jouer en mesure (El arte de tocar en compás) (1862).
Pero es a partir de su nombramiento como “director de la música de los templos consistoriales” en 1872 que Samuel David dio su compás completa. Esta función, creada recientemente por el consistorio durante la construcción de la gran sinagoga de la rue de la Victoire, era destinada a unificar los catálogos litúrgicos.
Léon Algazi escribi en 1953 que “Samuel David se entregó a su tarea con un celo ejemplar y como a una alta misión religiosa.” En efecto, se esmeró a renovar los cantos tradicionales recuperando su forma primitiva. El Kol Nidré, cantado cada año en Yom Kipur, ilustra perfectamente esta observación.
También, David a armonizado un gran número de piezas según las exigencias modales, conservando, cuando era necesario, las melodías tristes originales “que no suportan ninguna especia de armonía o que no se conforman bien de nuestras barras de compás.” En diversas piezas, inicia también de melodías conocidas de Beethoven, Rossini, ou Mendelssohn.