Elsa Moatti, violón
Klarthe Records, Nov. 2021
La familia de Elsa Moatti ha vivido el exilio, la partida y la separación. Son las historias de unas vidas marcadas por el exilio, que constituyen el telón de fondo de este álbum luminoso y melancólico. Como todos sabemos, existe el exilio y el destierro. Me viene a la mente el primero, el exilio forzoso que vivió la familia de su padre, judíos argelinos asimilados a la sociedad francesa, que tuvieron que cruzar el mar para instalarse en Francia tras la independencia de Argelia. Como reflejo, otra forma de exilio, «elegido», al parecer por parte de la madre, con la figura romántica de su abuela americana, de origen irlandés y judío (con una gota de sangre amerindia), que emigró a Francia de joven para casarse.
En el Sena, nos embarcamos con Elsa en un viaje musical en compañía de algunos amigos fieles. Las olas nos llevan de una orilla a otra, de un exilio a otro. La voz de Elsa Moatti se une de vez en cuando a su violín, como para dar vida a algunas de las voces enterradas en su memoria, porque los ausentes están con nosotros. Surge la melancolía. Baila con alegría, la alegría de estar muy viva. No cabe duda de que los «Exilios» de Elsa Moatti riman con la memoria y el recuerdo. El recuerdo de Michaël, un «exiliado» a su manera, un hermano querido cuya vida se truncó demasiado pronto. Recuerdos de un rincón de Finlandia, entre mar y bosque, y de momentos compartidos con músicos klezmer. Momentos fuertes y preciosos, en los que Elsa extrajo la luz y la energía esenciales para renacer, tras el cataclismo, pasando el tiempo, y transportándonos de país imaginario en país imaginario. [1]Texto de Elsa Moatti, extraído del folleto (p. 2) del CD.
1 | Texto de Elsa Moatti, extraído del folleto (p. 2) del CD |
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