En el marco de la jornada de estudio Vox Aurea-Via Sacra 2014, dedicada a la música sacra judía, Marc-Alain Ouaknin rabino, filósofo y profesor universitario, reflexiona sobre el canto jasídico y su relación con la fe
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El jasidismo, inaugurado a mediados del siglo XVIII por el Baal Shem Tov y sus discípulos, pretendía ofrecer al pueblo judío un auténtico renacimiento. Su objetivo ya no era producir doctos doctores en casuística talmúdica, sino permitir a los hombres y mujeres de aquella generación recuperar su dignidad. Pobres, ciertamente, pero dignos. Y que cada uno se convirtiera en un príncipe y una princesa, en un rey y una reina en cada familia, en cada pueblo, que buscaban embellecer el judaísmo con canciones, danzas e historias.
El hombre y el mundo renacían. La primavera tenía un significado: ya no era sólo el tiempo de la fiesta de Pésaj y sus eruditas y complicadas leyes, sino el tiempo de la floración de los almendros, de los días más largos y del retorno del canto de los pájaros. Así es como el jasidismo y sus Maestros salieron de la “teología de la consolación” tan bien descrita por Nietzsche un siglo más tarde con su famoso lema “¡Cadáveres! ¡Ya los disfrutarás más tarde!”
Los textos publicados por Marc-Alain Ouaknin son una fuente inagotable de información sobre la tradición judía. Están llenos de conexiones inesperadas entre esta tradición y las corrientes más contemporáneas de la filosofía y la literatura. Ouaknin da nueva vida a la tradición, dotándola de nuevas resonancias.