Anny Kessous Dreyfuss
Editions Massoreth, 2013, 356 p.
En abril de 1844, al día siguiente de un recital muy aplaudido en el que “entre todas las palmas, destacaban George Sand, Alexandre Dumas, Liszt, Chopin…”, La France musicale no ocultaba su entusiasmo: “El talento de Alkan ha explotado…. Alkan es nada menos que un artista genial”.
En el festival Musica Intima de Lieja en 2012, el único compositor del siglo XIX invitado a actuar junto a Cowell, Nancarrow y Cage, Alkan fue visto como ‘el primer “machinique”, el primer posmoderno’. Busoni lo consideraba, junto con Chopin, Schumann, Liszt y Brahms, uno de los cinco más grandes compositores para piano desde Beethoven.
Charles Valentin Alkan (1813-1888), compositor, virtuoso y profesor, construyó un mundo interior de lecturas clásicas, traducciones y estudio en profundidad de la Biblia, pues el texto bíblico tenía para él una importancia fundamental. Algunas de sus obras, vinculadas a su tradición judía, parecen revelar un auténtico enfoque exegético -similar al de Johann Sebastian Bach- que ofrece varios niveles de desciframiento. En el siglo XIX, cuando la idea de progreso, incluso en el ámbito religioso, habría dejado obsoleto el mensaje transmitido por la tradición, Alkan eligió el “camino recto, sin flaquezas ni fracasos”, convirtiéndose, según Le Menestrel (abril de 1888), en “un ejemplo y un modelo para todos aquellos que, como él, sienten culto por lo bello, lo verdadero y lo bueno”. Al perseverar en su ser espiritual, permaneciendo al mismo tiempo abierto a las innovaciones de su época e incluso precediéndolas en el plano pianístico, Alkan está de actualidad, recordándonos la importancia de transmitir los valores humanistas de una generación a otra.
(Extracto del libro de Anny Kessous Dreyfuss)
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