Músicas judías en Francia

Por Hervé Roten

Una historia antigua de más de 20 siglos
El origen de la comunidad judía de Francia es muy antigua. Fue en el año 6 d.C. cuando Arquelao, Etnarca de Judea, desterrado por el emperador romano Augusto, se instaló en la ciudad de Vienne (Isère). Bajo los reyes merovingios, las familias judías establecieron su residencia en los territorios francos. Durante los siglos siguientes, estos grupos, generalmente pequeños, se desarrollaron o desaparecieron según las vicisitudes de la historia.

En los albores de la Revolución Francesa, la comunidad judía contaba con unos 40.000 miembros, establecidos principalmente en Alsacia-Lorena, en el Condado Venaissin y en el suroeste de Francia. Con la emancipación, el judaísmo francés se enriqueció a lo largo del siglo XIX con elementos procedentes de Europa Central y, en particular, de Alemania. En 1880, los pogromos en Rusia provocaron la emigración de Judíos polacos, rumanos y rusos a Francia. A partir de 1908, los Judíos procedentes de los países otomanos (sobre todo de Salónica, de Constantinopla y de Esmirna) pasaron por Francia y a veces se instalaron allí. Entre las dos guerras, varias oleadas sucesivas trajeron a más de 100.000 judíos de Italia, Europa central y oriental (Alemania, Austria, Hungría, Checoslovaquia, Rusia, Polonia, Ucrania, Letonia, Lituania, etc.), a los que se añadieron los judíos sefardíes de Grecia y de Turquía.

Tras la Segunda Guerra mundial, la comunidad judía de Francia quedó muy debilitada. El rabinato estaba diezmado y la desafección de las prácticas religiosas era total. Hay que esperar la llegada de casi 200.000 Judíos de Africa del norte entre 1956 y 1967 cuando el judaísmo francés inició un renacimiento a la vez religioso y cultural.

En la actualidad, el judaísmo francés es especialmente variopinto. Estimado a unos 600.000 habitantes, constituye un verdadero mosaico de comunidades con tradiciones y orígenes variados.

¿Música judía o música de los Judíos?
A finales del siglo XIX, Richard Wagner, notorio antisemita, afirmaba con razón que no existe una música judía, sino la música de los judíos. De hecho, los estudios musicológicos han demostrado la ausencia de cualquier carácter musical que seria específicamente y únicamente judío. En 1957, el musicólogo Curt Sachs definió la música judía en los siguientes términos: “Música hecha por judíos, para judíos, como judíos” [1]Definición dada por Curt SACHS en el Congreso Mundial de Música Judía (Sorbona, 1957). Cf. BAYER Bathja , Encyclopaedia Judaïca, vol. 12, p. 555.. Pero hoy en día existen excelentes conjuntos de música klezmer, como Les Goyim, cuyo el propio nombre tiende a demostrar que este tipo de música -considerada por todos como la música judía- puede ser interpretada por no judíos, para no judíos y en un entorno no judío.

Por lo tanto, no hay obras intrínsecamente judías, sino obras que se realizan en un contexto judío, que sea religioso o profano. Las innumerables adaptaciones de las melodías de moda (desde las cancioncillas hasta las grandes obras clásicas) en la liturgia sinagogal atestiguan del hecho que la música no nace judía, sino que se vuelve judía.

Vayamos más allá y digamos alto y claro que la música judía no es -y nunca ha sido- un asunto exclusivamente judío. Pero sí recurre a las fuentes de la etnicidad, es decir, se inspira en un modo de vida judío… que puede no existir en la actualidad. La socióloga Barbara Kirshenblatt-Gimblett establece así una distinccion entre una música tradicional y una música patrimonial: “Utilizo el término “música patrimonial” para establecer una distinción entre una música que es parte integrante de un modo de vida y una música que ha sido elegida para ser preservada, protegida, venerada y redescubierta, en una palabra, un “patrimonio musical”[2]Cf. KIRSHENBLATT-GIMBLETT Barbara, « La renaissance du klezmer : réflexions sur un chronotope musical » [“El renacimiento del klezmer: reflexiones sobre un cronotopo musical”], Cahiers … Lire la suite.

Así, un cierto número de músicos profesionales actúan para un público curioso, o en busca de una identidad, una música que es más folclore que experiencia, herencia que tradición. Estos artistas no están necesariamente especializados en una sola tradición. No dudan en reapropiarse de repertorios fácilmente intercambiables, enlazando canciones yiddish y músicas judeo-españolas.

Hoy en día, las tiendas de discos están llenas de referencias de todo tipo, donde lo peor se codea con lo mejor; pero esta plétora de grabaciones da testimonio de una vitalidad renovada. Muchos son los espectáculos o los conciertos que están dedicados a las músicas judías. Las músicas judías explotan y se exponen, pero ¿desde cuándo?

Las prácticas musicales judías en Francia: una visión histórica
De todo tiempo, hubo músicas judías en Francia – ya sean cantos litúrgicos, canciones de cuna, canciones de circuncisión, canciones de trabajo o canciones de boda – pero el reducido tamaño de las comunidades (a veces sólo unas pocas familias), las persecuciones y las expulsiones tuvieron por efecto de relegar al olvido estas músicas de tradición oral. Hubo que esperar al siglo XVIII y, sobre todo, al siglo XIX para que se grabara por fin las primeras músicas judías en Francia [3]Cf. ROTEN Hervé, Musiques liturgiques juives : parcours et escales [Músicas litúrgicas judías: recorrido y escalas], Coll. Musiques du monde, Cité de la Musique / Actes Sud, 1998, 167 p. y 1 CD.

Sin embargo, desde principios del siglo XVII, una corriente reformista, pretendiendo ofrecer música artística al judaísmo, circulaba en algunas comunidades de Europa occidental: en Venecia, Salomone Rossi publicó sus Cánticos de Salomón; en Ámsterdam, las cantatas de Giusepe Lidarti o Abraham Cáceres ilustran el esplendor de una comunidad en pleno apogeo. En Francia, la emancipación de 1791 y la reforma del consistorio de 1808 animaron a los judíos del Condado Venaissin, a los portugueses del suroeste de Francia y a los asquenazíes, establecidos principalmente en Alsacia-Lorena, a escribir sus melodías tradicionales y a adoptar una música polifónica según el modelo occidental.

Al imagen del culto reformado alemán preconizado por Moses Mendelssohn, los templos del consistorio francés instauraron un culto muy pulido en el que el cantor, acompañado por un coro de hombres y de niños, declive solemnemente la oración. El acompañamiento de los servicios al órgano fue oficializado en 1844 por el Gran Rabino Salomon Ullman, y los coros se volvieron mixtos a partir de la década de 1920. En París, fueron las escuelas del consistorio las que dan lo esencial de los coros de niños, en particular los alumnos de la escuela Lucien de Hirsch, que durante mucho tiempo cantaron en el coro de la sinagoga de la calle Buffault.

De nuevo, es en la sinagoga que compositores como Fromental Halévy (1799-1862), Charles Valentin Alkan (1813-1888) y Jacques Offenbach (1819-1880) recibieron su primer formación musical. Pero debido a la emancipación, lo esencial de su obra se expresó fuera del entorno de la sinagoga. La sinagoga no pudo retener a sus músicos más dotados y fue perdiendo poco a poco su cantera de jóvenes talentos.

Los flujos migratorios del inicio del siglo XX han provocado cambios considerables en las prácticas musicales judías en Francia. Judíos de Polonia, de Rumanía, de Rusia, de Italia, de Alemania, etc., a los que se añadieron Judíos sefardíes de Grecia y Turquía, se instalaron en Francia y trajeron con ellos la cultura de su país de origen. Entre ellos había muchos músicos, como Joseph Kosma y Francis Lemarque, muy activos en el renacimiento de la chanson francesa, a la que inyectaron elementos de músicas judías de Europa del Este. Al mismo tiempo, Darius Milhaud, orgulloso de sus raíces comtadinas, escribió varias obras de música sinagogal (Service sacré [Servicio sagrado], Ani maamin). En busca de nuevas expresiones musicales, compositores no judíos – como Max Bruch y Maurice Ravel – escribieron obras como Kol Nidrei, Kaddisch, a partir de melodías tradicionales judías que trascendieron para darles una dimensión universal.

En los años 20 se habla y se canta en yiddish en los talleres textiles del Sentier. Después, tras la Segunda Guerra Mundial y la llegada de 200.000 judíos de África del norte entre 1956 y 1967, el yiddish fue dando paso progresivamente a la canción judeoárabe. A partir de 1968, los judíos de África del Norte rechazaron la estética musical del consistorio y volvieron a un judaísmo más ortodoxo; se abandonó el acompañamiento de órganos durante los servicios y se abolieron gradualmente los coros mixtos.

Con la desafección de los fieles por el culto y la asimilación, las tradiciones musicales judías están en declive. Pero, ¿qué formas adoptan hoy estas prácticas musicales?

Las practicas actuales
Las prácticas musicales judías en Francia reflejan la dimensión pluricultural del judaísmo. Desde el canto sinagogal hasta el folclore yiddish, desde las bailes orientales hasta la música klezmer de Europa del Este, un espectador desinformado se sentirá algo desarmado por la heterogeneidad de las prácticas musicales. Sin embargo, pueden dividirse en dos géneros: por una parte, la música religiosa con uso interno y por otra parte la música profana que recurre a las fuentes de la etnia.

1) La música religiosa
La músicalitúrgica representa lo esencial de la práctica musical judía. El canto está omnipresente en la sinagoga o en casa, y da el ritmo a la vida de los fieles. Todo judío religioso va a la sinagoga dos veces al día para recitar las melodías aprendidas de sus padres según la tradición oral. Las fiestas judías dan lugar a un florecimiento musical más o menos pronunciado en función de su significado y su importancia dentro del calendario litúrgico.

En las comunidades más grandes, los cantores sustituyen al rabino en las partes vocales del servicio. Los fieles les responde cantando diferentes partes de las oraciones. Entre estos fieles, tenemos que señalar la importancia del Ba’ale massore[4]Textualmente: dueño de la tradición.. Este erudito, que conoce la tradición de memoria, es el garante de la correcta observancia de los ritos y las melodías que se cantan en su sinagoga. Hay que señalar que estas tradiciones, al origen esencialmente orales y monódicas, incluyen desde el siglo XIX un repertorio polifónico para coro, a veces acompañado por el órgano, a pesar de la prohibición de los instrumentos musicales en la sinagoga desde la caída del Templo (70 d.C.). [5]La única excepción notable es el shofar, que es un cuerno de carnero que se hace sonar principalmente durante las fiestas de Año Nuevo (Rosh Hashanah) y del Alto Día Sagrado (Yom Kippur).

Cada sinagoga tiene su propio rito musical, que depende de la practica de tradiciones secularias y del origen de la mayoría de los fieles. Así, en una comunidad homogénea, compuesta exclusivamente por judíos tunecinos, las oraciones se cantarán según el rito tunecino. En la gran sinagoga parisina de la calle de la Victoire, el rito asquenazi, que viene del periodo consistorial, difiere de una rito askenazi polaco o lituano por ejemplo. Algunas comunidades – especialmente en las ciudades donde la población judía es numéricamente pequeña – reúnen a fieles de orígenes muy diferentes, y se crea una mezcla de melodías y tradiciones distintas según el impacto y la fuerza de los grupos implicados.

2) La música profana
Fuera del culto, existe una práctica musical comunitaria de carácter profano. La música se vive como un marcador de identidad, que da testimonio de una cultura floreciente que hoy en día está desapareciendo. Así, los Askenazíes reviven las inquietantes melodías del folclore yiddish; los Jasidim bailan y expresan su alegría al son de las orquestas klezmer que evocan los antiguos conjuntos instrumentales de Europa del Este; y los antiguos romances o nanas judeoespañolas rememoran la historia del reino de Salomón.

Estas prácticas artísticas suelen tener lugar en centros comunitarios, salas de pueblo, salas de conciertos o incluso en el café-teatro. El canto es el elemento predominante, pero el baile, que perpetúa el folclore jasídico o israelí, desempeña un papel importante. Para acompañar a los cantantes o bailarines, se utilizan frecuentemente instrumentos como el violín, el clarinete, el acordeón o la guitarra. Los interpretes, a menudo originarios de la segunda o tercera generación de emigrantes, no están obligatoriarmente especializados en una tradición única. No dudan en reapropiarse de repertorios fácilmente intercambiables, enlazando canciones yiddish y músicas judeo-españolas. De este modo, recurren a una vasta reserva musical, nacida de las tribulaciones del pueblo judío, para crear una especie de folclore mítico y estizado.

Por fin, último factor de novedad: desde hace algunas décadas, las canciones y bailes folclóricos israelíes [6]Como por ejemplo la Hora qu es un baile originario de Rumanía. se interpretan dentro de los movimientos juveniles o durante las grandes celebraciones familiares, como la boda, la iniciación religiosa (Bar mitsvah) e incluso la circuncisión.

Este breve resumen pone en evidencia la diversidad y la vivacidad de las tradiciones musicales judías en Francia. A través del contacto con las civilizaciones circundantes, las músicas judías han absorbido muchos elementos estilísticos exógenos: así, las antiguas cantilaciones bíblicas se codean con poesías andaluzas medievales, melodías de Europa del Este y composiciones líricas del siglo XIX. En este sentido, las músicas judías son una tierra de fósiles, formadas por capas musicales de diferentes épocas y lugares, una memoria musical viva de la humanidad que debe ser muy rápidamente recogida, estudiada y potenciada, en definitiva, siempre recreada si no queremos que desaparezca.

References
1 Definición dada por Curt SACHS en el Congreso Mundial de Música Judía (Sorbona, 1957). Cf. BAYER Bathja , Encyclopaedia Judaïca, vol. 12, p. 555.
2 Cf. KIRSHENBLATT-GIMBLETT Barbara, « La renaissance du klezmer : réflexions sur un chronotope musical » [“El renacimiento del klezmer: reflexiones sobre un cronotopo musical”], Cahiers de Littérature Orale, n°44, 1998, pp. 232-233
3 Cf. ROTEN Hervé, Musiques liturgiques juives : parcours et escales [Músicas litúrgicas judías: recorrido y escalas], Coll. Musiques du monde, Cité de la Musique / Actes Sud, 1998, 167 p. y 1 CD
4 Textualmente: dueño de la tradición.
5 La única excepción notable es el shofar, que es un cuerno de carnero que se hace sonar principalmente durante las fiestas de Año Nuevo (Rosh Hashanah) y del Alto Día Sagrado (Yom Kippur).
6 Como por ejemplo la Hora qu es un baile originario de Rumanía.

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