Músico, pintor y teorista genial, Arnold Schönberg – o Schoenberg – nació el 13 de septiembre de 1874 en Viena, y falleció el 13 de julio de 1951 en Los Angeles (Estados Unidos).
Autodidacta (sólo recibió lecciones de contrapunto de Alexander von Zemlinsky), fundó con sus alumnos Alban Berg y Anton Webern la segunda escuela de Viena, antes de instalarse en Berlín para enseñar música. Pedagogo y teorista de renombre mundial, Schönberg también tuvo como alumnos Hanns Eisler, Egon Wellesz, Otto Klemperer, Theodor Adorno, Viktor Ullmann, Winfried Zillig, René Leibowitz, Nikos Skalkottas, Josef Rufer, Roberto Gerhard y John Cage.
Dos siglos después de Jean-Sébastien Bach y Jean-Philippe Rameau, que ya habían sentado los cimientos de la música tonal, Arnold Schönberg emancipó la música de la tonalidad e inventó el dodecafonismo, una técnica de composición musical basada en el uso de doce notas de la gama cromática (do, do #, re, re#… si), de manera no jerárquica.
El dodecafonismo, teorizado, y desarrollado por Schönberg a partir del 1923, dará luz a la música serial. La serie dodecafónica fue entonces concebida como una sucesión permitiendo la escucha de cada uno de los doce sonidos, sin que ninguno se repita. El orden establecido así forma una serie inmutable de intervalos, que sostiene todo el desarrollo de la obra.
La serie, creada de esta manera, puede presentarse bajo distintas formas:
- • en su forma original (Grundgestalt) llamada también forma recta
• en recurrencia (la serie empieza por el fialn) llamada también forma retrógrada
• en sentido contrario (se imitan todos los intervalos en movimiento contrario, es decir que un intervalo descendiente se vuelve ascendente y viceversa) llamada también forma espejo
• en recurrencia del sentido contrario llamada también forma espejo retrógrada
Estas cuatro formas pueden transportarse a los doce sonidos de la gama cromática, lo que crea 4 x 12, es decir 48 series utilizables por el material compositivo a partir de una misma estructura original.
SCHONBERG ET LE JUDAISME
Fragmento del artículo « Schönberg ou le judaïsme du remord », Revista Esprit nomade, Música clásica.
Después de haberse convertido, como Mahler, para escapar al antisemitismo furioso de Austria y con la esperanza de integrarse mejor en la sociedad vienesa, Schönberg buscará su identidad y Dios. En 1923, Schönberg estaba pensando sobre el judaísmo. Por cierto, al mes de agosto de 1924, su segundo matrimonio será bendecido, casándose con Gertrud Kolisch, la hermana de uno de sus alumnos, par el pastor del templo luterano de Mödling. Pero su desarrollo interno lo llevó, en 1927, a redactar una tragedia: Le chemin biblique. Se quedó inedito, y se presentará por primera vez con ocasión de Wiener Festwochen de la primavera de 2001.
Cuando emigró, Schönberg se fue a Paris. El 30 de julio de 1933, allí se reintegró en la religión judía de manera solemne. El documento rabínico acreditativo de ese proceso, y presentado en el Palacio Fanto, lleva la firma de un testigo prestigioso: Marc Chagall.
Por lo tanto, una espiritualidad ampliada dominó su trabajo creativo:
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Por lo tanto, una espiritualidad ampliada dominó su trabajo creativo:
– 1938: composición de un Kol Nidre, encargado por un rabino de Los Angeles.
– 1942: Oda a Napoleón, basado en un texto de Byron texto agresivo contra Hitler
– 1947: visita de un superviviente del gueto de Varsovia. Su conversación con este hombre generará la escritura de Un superviviente de Varsovia.
Esa contribución de Schönberg a la lucha contra todas las formas de tiranía va acompañada de un interés importante por la creación del Estado de Israel.
– 1950: empezó la redacción de Salmos modernos, une serie de dieciséis poemas con un contenido filosófico expresando «los problemas religiosos de nuestros contemporáneos». A causa de su muerte, el trabajo quedará inacabada.
Como quedará eternamente incompleta la ópera Moises y Aaron, y el oratorio L’Échelle de Jacob por los cuales trabajó, en discontinuo, de 1915 a 1944.
Schönberg permaneció, a lo largo de toda su vida, un hombre dividido entre fe y religión a pesar de su inconformismo declarado. Fue un fiel a los mandatos y a la ley de la Biblia. Su música necesita un orden superior y está llena de tradiciones, de límites morales et físicos con sus propios mandatos creativos que podemos comparar con los diez mandamientos (interdicción de repetición, interdicción de apuntar por otro lado sino en la serie impuesta, contrapunto exacerbado, creación a partir de una arcilla casi única: la serie y que se extiende de manera arborescente…).
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